sábado, 25 de diciembre de 2010

Ricardo Larraín Bravo: Arquitectura sin límites


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sábado 25 de diciembre de 2010
VD





La iglesia de Los Sacramentinos, la población obrera Huemul, el palacio Iñiguez y el cité Adriana Cousiño, entre otros hitos urbanos, llevan su firma. Sobre éstas y otras tantas edificaciones que denotan el talento de un hombre metódico, estudioso y ecléctico, capaz de cambiar el paisaje santiaguino de principios del siglo XX, habla el libro "Ricardo Larraín Bravo (1879-1945) Obra arquitectónica", de Marcelo Vizcaíno.

Texto, Jimena Silva Cubillos





Un par de años llevaba de vuelta en Chile Ricardo Larraín Bravo cuando los Padres Sacramentinos le encargaron construir en Santiago el templo de esa congregación. Tomando como referente la monumental basílica del Sacré Coeur, en el barrio parisino Montmartre, el arquitecto porteño proyectó un volumen de similares características en la calle Arturo Prat. Levantada entre 1912 y 1936, esta iglesia de estilo Románico Bizantino potenció el carácter de un barrio que entonces se teñía de aires aristocráticos.

"Hizo alrededor de doscientas obras, pero ésta es la que más valoro porque es la que mejor lo retrata a él; un hombre de vasta cultura, muy estudioso y metódico. Para copiar hay que saber hacerlo bien; se basó en un antecedente histórico y lo hizo funcional a nuestra realidad. Es una obra totalmente técnica, de hormigón armado y con una cúpula de 69 metros de altura", dice el arquitecto Pedro Murtinho, quien incluso para rendirle un homenaje a su abuelo decidió casarse en Los Sacramentinos, en el año 60.

Con la idea de rescatar y difundir el pensamiento y obra del destacado arquitecto chileno formado en Francia, en 2006 la Universidad Diego Portales adquirió su archivo personal, material inédito que tiene que ver con su trabajo y que contempla escritos de variada índole, documentos familiares, invitaciones, cartas y fotos personales, de fachadas e interiores... Parte de este conjunto -clasificado por María Inés Arribas y Solène Bergot- acaba de convertirse en el libro "Ricardo Larraín Bravo (1879-1945) Obra arquitectónica", de Marcelo Vizcaíno, arquitecto y académico de la Facultad de Arquitectura, Arte y Diseño de la UDP.

"La idea fue rendir un homenaje al autor de edificaciones tan disímiles como el cité Salvador Sanfuentes (proyectado con Víctor Jiménez Cruz) y el palacio Iñiguez (hecho en sociedad con Alberto Cruz Montt). Larraín Bravo, además de ser presidente del Colegio de Arquitectos en dos períodos y ministro plenipotenciario de Chile en Ecuador, también desarrolló labores sociales como las primeras poblaciones obreras en el país e incentivó la creación de las Gotas de Leche cuando Santiago se vio invadido por la migración interna y el aumento de la clase media. El libro busca ser un disparador de las demás dimensiones de este arquitecto, como la social, la económica y la urbana", explica Vizcaíno.

Siendo Jefe de la Oficina Técnica de la Caja de Crédito Hipotecario -puesto que ocupó por casi 15 años-, no sólo estuvo a cargo de variados asuntos gremiales, sino también del diseño y construcción de conjuntos habitacionales para obreros, como la famosa población Huemul, proyectada entre 1911 y 1918 en el barrio Matadero-Franklin, en la comuna de Santiago. Además de tener 166 casas, el conjunto contempló escuelas diferenciadas por género, capilla, caja de ahorros, teatro, consultorio y asilo de ancianos. "Un verdadero paradigma de lo que es construir una mini ciudad", explica Pedro Murtinho.

A juicio de Vizcaíno, Larraín Bravo -también autor del edificio de la Caja de Crédito Hipotecario (hoy casa matriz del banco BBVA), de la población William Noon (hecha con Víctor Jiménez Cruz) y numerosos palacetes franceses como los del siglo XVIII, entre otras construcciones- realizó un gran aporte cultural, sin embargo su obra no ha sido debidamente reconocida. "Me parece que esto se debe a que él es representante de la arquitectura ecléctica. Estudió en la Escuela Especial de Versalles y de algún modo integra esa última generación formada bajo el esquema de las Bellas Artes. Él trae a Chile este movimiento, que después los críticos llaman ecléctico. Para Ricardo Larraín Bravo eso es poder elegir; tener libertad absoluta para practicar y cultivar distintos estilos con absoluta maestría. Él tenía una destreza muy interesante para manejarse haciendo desde casas de formalidad neogótica, pasando por afrancesadas e incluso algunas muy modernas. Con él la arquitectura chilena se pone al servicio del cliente y quien tenía dinero podía pedir lo que quisiera. Eso con la modernidad fue muy 'bastardiano', muy negado; por eso creo que no se le ha dado un justo reconocimiento".

El mundo cultural, artístico y arquitectónico llegó al modernismo y experimentó la ruptura con el pasado porque encontraban que eran vejestorios. Por años se pensó que los estilos anteriores eran como letras muertas. Recién a fines del siglo XX comienza a reconocerse la herencia y la tradición para entender realmente de dónde venimos y cuál es nuestro verdadero patrimonio", dice Pedro Murtinho, quien recuerda que tras 35 años de actividad fuerte, Ricardo Larraín Bravo se instaló en su parcela Santa Ana Las Palmas de Talagante, "donde se entretuvo algunos años escribiendo cosas costumbristas", no sin antes restaurar esa casona de 1700. Bordeando los 65 años murió de un infarto cardíaco.

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Presentación libro Ricardo Larraín Bravo (1879-1945) Obra Arquitectónica - Jueves 02 de diciembre
30 November 2010 No Comment
Más información: http://www.faad.udp.cl/


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