lunes, 26 de julio de 2010

Peligran los verdaderos tesoros de Robinson Crusoe

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domingo 25 de julio de 2010

40 años de visitas Ardua investigación realizó Patricio Arana:




Un agudo diagnóstico del bello archipiélago de Juan Fernández revela una nueva y pausada recopilación de antecedentes históricos, antropológicos, geográficos y demográficos. Si siempre la historia de estas islas se ha desarrollado amarrada al mar, hoy se ven obligadas a abrirse al turismo como solución para su supervivencia.

Maite Armendáriz Azcárate


"La Isla de Robinson Crusoe"
Autor: Patricio M. Arana
Ediciones Universitarias de Valparaíso
Páginas: 393
Precio: $40.000
Se vende en librerías

La flamante y gruesa obra editada por la Universidad de Valparaíso contiene elocuentes fotografías y registros gráficos del pasado, pero también apuntes, notas de campo, relatos cotidianos, eruditas referencias bibliográficas y visionarias reflexiones que muestran un completo panorama sobre el pasado y el quehacer actual de la isla chilena Robinson Crusoe, declarada Reserva de la Biósfera en 1977.

"Su belleza paisajística, su flora y fauna endémica, la envidiable tranquilidad que rodea su ambiente y la gente simple, cordial y amena hacen que quien llegue aquí se prenda de sus características", asegura el autor Patricio Arana. No obstante, advierte que son pocas las personas que conocen este territorio chileno, a pesar de contar con un pasado extraordinariamente rico en sucesos, aventuras, hechos heroicos, y también en desastres.

Si bien se han escrito diversos libros que narran su historia -entre ellos, la monumental obra de Benjamín Vicuña Mackenna, que cubre hasta comienzos del siglo pasado-, Arana sintió la inquietud de sintetizar su historia y ampliarla a la fecha y, al mismo tiempo, incorporar los conocimientos científicos que hoy se disponen sobre ese archipiélago y su entorno oceánico. "Así, también, mi relación de más de 40 años con la isla me motivó a tratar de mostrar visualmente la belleza de este lugar, intentando con ello que quien lea el libro o simplemente vea sus fotos se motive a conocer más de estas islas y, mejor aún, se anime a visitarlas y ver con sus ojos lo que éstas le ofrecen".

Este grupo insular está formado por las islas Robinson Crusoe (denominada originalmente como la isla de Más a Tierra), la pequeña isla Santa Clara y, a 90 millas al oeste, la isla Alejandro Selkirk (conocida por muchos años como la isla de Más Afuera).

"Al ser oficializado el cambio de sus nombres, las dos islas principales quedaron hermanadas en la cartografía mundial con los nombres del náufrago voluntario y del famoso e inmortal personaje literario".

Descubridor del presente


Patricio Arana ha desarrollado su carrera académica en la Escuela de Ciencias del Mar de la Universidad Católica de Valparaíso. Ha recorrido y se ha especializado en los desafíos que enfrentan y deben sobrellevar las principales islas que se encuentran repartidas por el mundo. Sus investigaciones científicas se publican en revistas y libros especializados; al menos tres de ellos dan cuenta de su preocupación por los ciclos naturales de la vida en la flora y la fauna existente en el Parque Nacional Juan Fernández y en el entorno oceánico. Esta nueva obra se detiene en cómo se realiza la explotación de la langosta, que Arana ha investigado en detalle. Fruto de sus proyectos descubre el cangrejo dorado, que habita en las aguas profundas en torno a estas islas. Hoy este crustáceo se ha transformado en un apetecido recurso, y junto con la langosta, son el principal motor de la economía insular.

El verdadero tesoro de la Isla

Para Arana, el hecho más relevante de este territorio es su "relativa" lejanía del continente. Piensa que es contradictorio que esté tan cerca, pero dada su abrupta geografía y riqueza natural, las 365 millas marinas "hacen que todo sea distinto y que hasta el más mínimo problema o detalle requiere de una mirada solicitando solución hacia el distante Chile continental". Le parece urgente terminar el camino que une el aeródromo -construido en la cumbre de los cerros en la zona sur- con la población isleña. Pero es enfático en aclarar que en esta isla explorada por corsarios, piratas y valientes patriotas, los siempre comentados tesoros tienen mucho de leyenda, intriga y misterio. "Su búsqueda ha resultado un espejismo, y mientras éste se mantenga vivo, la gente seguirá soñando y viajará a la isla pensando en encontrarlo". Reconoce que el verdadero problema ocurrirá si alguna vez alguno es desenterrado: "es muy probable que nada quede en la isla. Quienes conocemos este territorio pensamos que el verdadero tesoro es la misma isla y sus habitantes".

Se extinguió el Sándalo

Otra de las grandes lecciones que han debido sortear sus habitantes es la extinción de algunas de sus especies endémicas, como el árbol llamado Sándalo: "no se debiera volver a repetir con otros recursos aquí ni en ningún otro lugar". Recuerda que el agradable aroma de su madera fue su perdición, ya que su rentable explotación destinada a aromatizar ambientes aristocráticos en los siglos XVIII y XIX condujo a que fuera sobreexplotado. "El último ejemplar vivo encontrado en la isla fue cortado en 1915 para la confección de artesanías. Este árbol resulta emblemático y se hace sentir su desaparición, pero otras siete especies menos conocidas y sin ser de interés comercial ya han seguido silenciosamente igual destino en este territorio".

Emblemáticos también resultan los lobos finos o de dos pelos que se encuentran en las islas, y aunque Arana aclara que estos animales tienen escasa relación con los habitantes, ya que las loberías se encuentran alejadas del poblado, visitarlas constituye una atracción para los turistas; "quienes bucean, pueden nadar en compañía de estos mamíferos juguetones; es una experiencia inolvidable".

El picaflor rojo es otra de las raras especies que se pueden admirar en el mismo gran valle que enfrenta la bahía Cumberland, donde se ubica el poblado San Juan Bautista. "De esta convivencia surgen dos efectos contrapuestos: positivamente, los isleños han introducido gran cantidad de flores y árboles que al florecer proporcionan néctar para la alimentación de estas aves. Sin embargo, a la gran cantidad de gatos domésticos se le atribuye el que muera un número importante de picaflores, ya que su mansedumbre y vuelo cerca de las casas hacen que sean fácilmente cazados". En la actualidad -agrega el profesor-, se calcula que el número de estas pequeñas aves es inferior a 500 ejemplares. "La disminución sostenida en el tiempo hace probable su extinción en un próximo futuro".

La isla está enferma

La mayoría de los problemas que hoy afectan a los recursos naturales de Robinson Crusoe demandan, en opinión de Patricio Arana, una solución integral y para ello cree imprescindible que los diversos estamentos -municipio, Conaf, autoridades marinas y civiles- se pongan de acuerdo en el modo de enfrentarlos. Cree que es prioritario y complementario recuperar y conservar la flora nativa, así como controlar y eliminar los factores que deterioran su ambiente. Entre ellos llama a considerar: reducir la erosión de sus suelos; limitar el ganado doméstico; controlar las poblaciones de conejo europeo y cabra asilvestrada, que destruyen su floresta nativa; eliminar la avispa de chaqueta amarilla, que ataca a los polluelos de las aves endémicas; erradicar o controlar plagas vegetales, como la zarzamora, el maqui y otras especies vegetales introducidas, que se esparcen peligrosamente por el Parque Nacional, poniendo en peligro su flora autóctona.

"El salvar la fauna y, en especial, la flora autóctona del archipiélago representa una tarea titánica y a largo plazo, que deberá ser encarada por la Administración del Parque Nacional a cargo de la Corporación Nacional Forestal (Conaf), pero el financiamiento actual de esta repartición sólo le alcanza para pagar los sueldos de sus funcionarios, por lo cual requiere de una atención preferencial y el apoyo irrestricto y generoso del Estado y sus autoridades".

El turismo puede ser la salvación


Viajeros. La visitaron Thomas Cochrane, Mary Graham, Claudio Gay y Rodulfo Philippi.



El experto Patricio Arana está convencido de que el turismo puede ser la salvación y, de hecho, marcará el próximo desarrollo de este pequeño territorio nacional. "Seguramente el turismo va a representar la segunda actividad económica de estas islas, y es posible que incluso llegue a superar la actividad pesquera que en la actualidad sustenta el comercio entre el continente y este archipiélago ". Opina que hasta ahora la comunidad isleña ha sabido desenvolverse con los medios disponibles y el municipio (desde 1992 el mismo alcalde ha sido reelegido) ha enfrentado con éxito su labor de mejorar las condiciones de vida de sus habitantes. "No obstante, la solución de sus problemas requiere de un apoyo especial, considerando la multiplicidad de dificultades que debe enfrentar por su distancia al continente, las particulares condiciones geográficas del lugar y el que su poblado esté prácticamente inserto en el Parque Nacional".

Sostiene que "los isleños anhelan depender en forma más directa del Poder Central, de manera que sus necesidades sean atendidas en forma oportuna". Tiene esperanza en que se resuelva pronto el establecimiento de un Estatuto de Administración Especial para el Archipiélago, como para la Isla de Pascua, hoy en trámite en el Senado .

Maremoto: Desastre evitable
En marzo pasado, el profesor Arana estaba a punto de terminar su nuevo libro. No obstante, el desastre que ocasionó en Juan Fernández el terremoto lo obligó a escribir un último capítulo: "Sin lugar a dudas que la lamentable pérdida de vidas humanas se debió a la falta de aviso oportuno del inminente peligro al que estaba expuesta su población". Recuerda que según el desplazamiento de la onda del maremoto y la distancia de la isla del continente, se otorgan aproximadamente 40 minutos valiosos para que se pueda dar la alarma a sus habitantes. "Para ello se requiere contar con una comunicación eficiente -vale decir, a todo evento- y de un aviso inmediato respecto de cualquier sismo de gran magnitud producido cerca del continente y una potente sirena que alerte a la población, la que debe estar debidamente instruida para proceder de acuerdo a ello". Advierte que como éste no es el primero, y seguramente tampoco será el último, "se deberían evitar las construcciones que no sean estrictamente esenciales en el terreno costero".

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